El constructivismo es una teoría que «propone que el
ambiente de aprendizaje debe sostener múltiples perspectivas
o interpretaciones de realidad, construcción de
conocimiento, actividades basadas en experiencias ricas
en contexto» ( Jonassen, 1991). Esta teoría se centra en la
construcción del conocimiento, no en su reproducción. Un
componente importante del constructivismo es que la educación
se enfoca en tareas auténticas. Estas tareas son las
que tienen una relevancia y utilidad en el mundo real.
Los estudiantes tienen la oportunidad de ampliar su
experiencia de aprendizaje al utilizar las nuevas tecnologías
como herramientas para el aprendizaje constructivista. Estas
herramientas le ofrecen opciones para lograr que el aula
tradicional se convierta en un nuevo espacio, en donde tienen
a su disposición actividades innovadoras de carácter colaborativo
y con aspectos creativos que les permiten afianzar
lo que aprenden al mismo tiempo que se divierten. Estas
características dan como resultado que el propio alumno sea
capaz de construir su conocimiento con el profesor como
un guía y mentor, otorgándole la libertad necesaria para
que explore el ambiente tecnológico, pero estando presente
cuando tenga dudas o le surja algún problema.El constructivismo difiere con otros puntos de vista,
en los que el aprendizaje se forja a través del paso de información
entre personas (maestro-alumno), en este caso
construir no es lo importante, sino recibir. En el constructivismo
el aprendizaje es activo, no pasivo. Una suposición
básica es que las personas aprenden cuándo pueden controlar
su aprendizaje y están al corriente del control que
poseen. Esta teoría es del aprendizaje, no una descripción
de cómo enseñar. Los alumnos construyen conocimientos
por sí mismos. Cada uno individualmente construye significados
a medida que va aprendiendo.
Las personas no entienden, ni utilizan de manera inmediata
la información que se les proporciona. En cambio,
el individuo siente la necesidad de «construir» su propio
conocimiento. El conocimiento se construye a través de la
experiencia. La experiencia conduce a la creación de esquemas.
Los esquemas son modelos mentales que almacenamos
en nuestras mentes. Estos esquemas van cambiando,
agrandándose y volviéndose más sofisticados a través de
dos procesos complementarios: la asimilación y el alojamiento
( J. Piaget, 1955).
El constructivismo social tiene como premisa que cada
función en el desarrollo cultural de las personas aparece
doblemente: primero a nivel social, y más tarde a nivel
individual; al inicio, entre un grupo de personas (interpsicológico)
y luego dentro de sí mismo (intrapsicológico).
Esto se aplica tanto en la atención voluntaria, como en la
memoria lógica y en la formación de los conceptos. Todas
las funciones superiores se originan con la relación actual
entre los individuos (Vygotsky, 1978)
El ser humano, tanto en lo cognitivo como en lo social y afectivo, no es producto del ambiente ni resultado de sus disposiciones internas, sino una reconstrucción propia que se va reproduciendo constantemente como resultado de la interacción entre estos dos factores. El conocimiento no es una copia fiel de la realidad, sino una reconstrucción del individuo. Se considera al alumno poseedor de conocimientos sobre los cuales tendrá de construir nuevos saberes. Según Ausubel “Sólo habrá aprendizaje significativo cuando lo que se trata de aprender se logra relacionar de forma sustantiva y no arbitraria con lo que ya conoce quien aprende, es decir, con aspectos relevantes y preexistentes de su estructura cognitiva”.
No pone la base genética y hereditaria en una posición superior o por encima de los saberes. Es decir, a partir de los conocimientos previos de los educandos, el docente guía para que los estudiantes logren construir conocimientos nuevos y significativos, siendo ellos los actores principales de su propio aprendizaje. Un sistema educativo que adopta el constructivismo como línea psicopedagógica se orienta a llevar a cabo un cambio educativo en todos los niveles.
La perspectiva constructivista del aprendizaje puede situarse en oposición a la instrucción del conocimiento. En general, desde la postura constructivista, el aprendizaje puede facilitarse, pero cada persona reconstruye su propia experiencia interna, con lo cual puede decirse que el conocimiento no puede medirse, ya que es único en cada persona, en su propia reconstrucción interna y subjetiva de la realidad. Por el contrario, la instrucción del aprendizaje postula que la enseñanza o los conocimientos pueden programarse, de modo que pueden fijarse de antemano los contenidos, el método y los objetivos en el proceso de enseñanza.

La diferencia puede parecer sutil, pero sustenta grandes implicaciones pedagógicas, biológicas, geográficas y psicológicas. Así, esto aplicado a un contexto de aula con alumnos significa que desde un enfoque constructivista puede crearse un espacio favorable al aprendizaje, con un clima motivacional de cooperación, donde cada alumno reconstruye su aprendizaje con el resto del grupo. Así, el proceso del aprendizaje prima sobre el objetivo curricular, no habría notas, sino cooperación. Por el otro lado y también a modo de ejemplo, desde la instrucción se elegiría un contenido a impartir y se optimizaría el aprendizaje de ese contenido mediante un método y objetivos fijados previamente, optimizando dicho proceso. En realidad, hoy en día ambos enfoques se mezclan, si bien la instrucción del aprendizaje toma más presencia en el sistema educativo.

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